jueves, 8 de abril de 2010

Bosra

13. BOSRA
La ciudad de Bosra, al sur de Damasco, ocupa el centro de una fértil llanura cerealera que le permitió ser capital de la provincia romana de Arabia, y se alza sobre una meseta de negras rocas basálticas que, empleadas en la construcción, confieren a sus monumentos un peculiar aspecto y han permitido que mantengan un buen estado de conservación. En 1980, su zona antigua fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Mencionada con el nombre de Busrana en las listas de ciudades del faraón Tutmosis III (siglo XIV a.C.) y en los archivos reales de Amenofis IV (Tell al-Amarna), fue una próspera ciudad, paso obligado de las caravanas que unían la península arábiga con el Egeo, que conoció la dominación nabatea desde el siglo II a.C. hasta que en 106 d.C. fue conquistada por Cornelius Palma, el general de Trajano que anexionó al imperio el reino de los nabateos.Capital de la provincia romana de Arabia Petraea con el nombre de Nova Trajana Bostra, fue la residencia de la III Legio Cyrenaica y se convirtió en la mayor metrópolis de la zona y en una importante encrucijada de rutas comerciales que incluían la calzada romana hasta el Mar Rojo. Bosra fue la sede de los dos Concilios de Arabia (246 y 247 d.C.) en los que Orígenes demostró el carácter herético de las doctrinas del obispo Berilo que mantenía que el alma moría con el cuerpo y que era posible que algún día con él resucitara. Después de la conquista por los Sasánidas y una breve reconquista de los bizantinos, la entonces capital del reino de los Gasanidas fue tomada por el ejército del califato de Rashidum en la batalla de Bosra (634 d.C.) y convertida en una ciudad islámica. Cuentan los historiadores árabes Ibn Hisham, Ibn Sa’d al-Baghdadi y Muhammead ibn Jarir al-Tabari que cuando Mahoma tenía nueve o diez años, llegó a Bosra acompañanado a la caravana de su tío Abu Talib ibn ‘Abd al-Muttalib. Al pasar cerca de la celda donde vivía Bahira, un monje cristiano nestoriano, fueron invitados por el clérigo a tomar un refrigerio y, por algun milagro de cuya naturaleza discrepan los historiadores mencionados, se dio cuenta de la capacidad profética que tenía el joven camellero. Así se lo comunicó al tío del joven Mahoma con la recomendación de que lo guardara de los judíos (versión de Sa’d) o de los cristianos bizantinos (versión de al-Tabari). Ambos, sin embargo, están de acuerdoen que Bahira pudo hacer la profecía porque estaba descrita en unos evangelios originales que él poseía antes de que los cristianos los adulteraran. Durante la Edad Media fue un floreciente centro islámico: se levantaron varias mezquitas y se rodeó el teatro romano con una imponente fortificación (la ciudadela) para defender a la ciudad de los ataques de los cruzados. Mientras la ruta de la Meca pasó por el centro de la ciudad, Bosra conoció días de esplendor, pero cuando para evitar el bandolerismo de la región de Haurán, la ruta de desvió de Bosra, la ciudad quedó reducida a un pequeño pueblo en el que, en 1866, se instalaron miles de drusos.
El conjunto arqueológico de la ciudad abarca restos romanos, restos nabateos, iglesias cristianas y mezuitas musulmanas. La Ciudadela se levantó entre los siglos XI XIII d.C. en torno a la cavea del teatro romano y conoció sucesivas ampliaciones como las doce torres que levantaron los fatimíes y los ayyubíes y el foso y el puente que se construeyeron más tarde. A través de los laberínticos pasillos de la ciudadela se accede a la cavea el teatro romano mejor conservado del mundo. Poderoso es su frons scaenae con un triple orden de columnas corintias de granito rosa procedente de Egipto y en el foso de los músicos se conserva el pavimento original. El graderío tiene forma helenística (supera los límites del semicírculo) con capacidad para unos 10.000 espectadores que ocupan un espacio dividido en tres partes separadas por pasillos concéntricos a los que dan las puertas. La primera sección tiene catorce gradas, la segunda dieciocho y la tercera cinco. La zona suroriental y suroccidental de la ciudadela albergan los Museos de Arte y Tradiciones Populares y de Arqueología.
La ciudad romana se encuentra al norte de la ciudadela y su entrada oriental, uno de los pocos restos nabateos junto con el Birket al-Haj (estanque del peregrinaje), testigo de la ciudad como escala en la ruta hacia la Meca, nos lleva hasta un arco romano del siglo III d.C. con tres vanos, conocido como Bab al-Qindil (puerta de la lámpara), que nos adentra en el decumanus (el eje este - oeste de la ciudad romana) que conserva su antiguo enlosado y las columnas que lo flanqueaban, hasta llevarnos a su extremo occidental: Bab al-Hawa (la puerta del viento). Unas termas se adivinan en el ángulo SE y desde el decumanus se puede acceder a las termas: a una sala octogonal que servía de vestuario (apodyterion), al baño frío (frigidarium), al baño de agua tempalda (tepidarium) y a los dos caldaria que lo flanquean. Cuatro columnas corintias frente a los baños nos hablan de un nymphaeum y la que hay al otro lado de la calle parece ser lo que queda de un kalybe (construcción exclusiva de oriente para el culto imperial, cf. Warnick Ball, Rome in the East: the transformation of an Empire, Routledge, London 2001, pp. 292-296) del siglo I. Pasado un criptopórtico, siempre hacia el oeste, en el cruce de las dos calles principales, encontramos los restos de un tetrapylon y un poco más adelante la mencionada “la puerta del viento” (Bab al-Hawa).
Al norte de la puerta oriental se encuentran los monumentos cristianos: la catedral de los santos Sergio, Baco y Leoncio, de 512 d.C. y el monasterio más antiguio de Bosra, del siglo IV d.C., donde sucedió el encuentro entre Mahoma y el monje nestoriano Bahira.
Varias mezquitas medievales destacan en esta ciudad: la mezquita de al-Umari, fundada a principios del VIII y remodelada en los siglos XI y XIII es una de las más antiguas del mundo árabe y frente a ella se encuentra el Hammam Manjak, baño público usado por los peregrinos y considerado una obra maestra de la ingeniería medieval. La mezquita de al-Mibrak que se levanta donde Mahoma se arrodilló para rezar, conserva delante del mihrab una piedra con las huellas de las rodillas de su camello y la mezquita de Fátima a la que en el siglo XIV se le añadió un alminar separado del cuerpo principal.