jueves, 8 de abril de 2010

Continuamos con la introducción

2.6 Siria Otomana
Con Selim se inicia el periodo de la Siria otomana (1517-1918): la Sublime Puerta dividió Siria en tres bajalatos con capitales en Damasco, Alepo y Trípoli (hoy en Líbano). Se incentivó el comercio con Europa, sobre todo con Francia, y se mantuvieron las difíciles relaciones con Egipto, con episodios de guerra (las guerras turco-sirias) que “obligaron” a intervenir a las potencias europeas. Bonaparte intentó conquistar Siria, pero fracasó en el sitio de Acre (1799). Una nueva intervención de Francia en favor de los maronitas condujo a la autonomía del Líbano cristiano (1864). Siria se abrió a Europa para acelerar su desarrollo industrial a la vez que se iniciaba un fuerte movimiento migratorio hacia América y África. Pero los árabes de Siria que se quedaron, siguieron reivindicando su total independencia de Turquía: en París se celebró con este propósito el Primer Congreso Árabe y se fundó la Liga de la Patria Árabe (1904).
2.7. Siria y las dos Guerras Mundiales
El final de la Primera Guerra Mundial acabó con la dominación turco-otomana sobre Siria, pero la liberación total de Siria fue un proceso lento que duró realmente hasta 1946 con el final de la Segunda Guerra Mundial. Entre tanto Siria estuvo “tutelada” por Francia e Inglaterra que no pudieron impedir la separación de Siria del Gran Líbano (Montaña Blanca) poblada por árabes y cristianos (en 1920), aunque Gran Bretaña pretendía el reino de la Gran Siria unificando Siria, Líbano, Palestina y Trasjordania con el soberano hachemí Abdullah. En 1945 la llegada a Damasco de nuevos refuerzos franceses provocó una revuelta nacionalista que fue violentamente reprimida. La intervención de Inglaterra obligó a la pronta evacuación de las tropas francesas y a la definitiva independencia de la Siria.
2.8. Siria actual
La actual República Árabe de Siria, con una extensión de 118.180 km2 , tiene unos 17 millones de habitantes. Con su irregular territorio, fruto de su historia y geografía, limita al N. con Turquía, al E. con Irak, al O. limita con el Líbano y se abre al Mediterráneo por una franja costera de menos de 200 kms., al S. limita con Jordania.
Siria tiene varios ríos fundamentales para su propia subsistencia: el Éufrates (Al-Furat en árabe) que la atraviesa de N. a S. en su zona fronteriza oriental. El Barada, cuyas aguas dieron vida al valle en el que surge la ciudad de Damasco y el Orontes en cuyo valle se asienta Hamah y Apamea.
Es interesante reflexionar sobre la importancia que tuvo Siria desde los primeros asentamientos (fenicios, arameos, etc.) hasta los sucesivos ataques de las civilizaciones vecinas: Egipto, Asiria, Hititas, Babilonia, Persia, Grecia, Roma, nuevamente los persas, musulmanes de Arabia, musulmanes de Egipto (Ayyubies y Mamelucos) y Otomanos...hasta la intervención franco-inglesa en las dos guerras mundiales. Las fronteras fueron variando a lo largo del tiempo, hechos económicos, políticos, dinásticos y tensiones religiosas están en el origen de ello. A partir de la Edad Media destacaremos dos hechos cruciales: a) De un lado las Cruzadas a las que hemos ido haciendo referencia y b) De otro lado la importancia de la Ruta de la Seda que desde la ciudad de Antioquía (la Antakia turca actual) y Tiro (hoy en el Líbano), llegaba con sus caravanas hasta Pekín y Nankín. Esta ruta a partir del siglo VII d.C. fue controlada por los árabes, a partir del siglo XI por los turcos selyúcidas que dominaron Siria y a partir del siglo XIII por los mongoles. Esta ruta fue fundamental en el Medievo y sólo el descubrimiento del Nuevo Mundo pudo restarle importancia.
3. Arqueología y Mitos
Siria es una de las reservas arqueológicas más importantes del mundo. La arqueología está aún en fase inicial: a menudo aparecen nuevos hallazgos que obligan a una reinterpretación constante. Pueden ser hallazgos que nos hablen de los primeros asentamientos humanos semitas, de las diferentes ocupaciones, egipcias, hititas, asirios, persas, griegos, romanos, bizantinos, otomanos y musulmanes o cristianos medievales.En fecha incierta, pero sin duda antes de la ocupación helena y romana (probablemente en al Edad del Bronce), hubo intercambios comerciales y culturales entre las poblaciones semitas de Siria-Líbano y el mundo egeo. Especialmente importante fue el préstamo cultural del alfabeto fonético que los griegos adoptaron del fenicio, adaptándolo a sus necesidades fonológicas. Esto permitió el desarrollo de la escritura literaria que en Grecia alcanzó cotas extraordinarias (géneros literarios en verso y en prosa). Del alfabeto griego derivó más tarde el latino. Los griegos llamaban a sus letras “grámmata phoinikeia” (letras fenicias) evocando así, de forma elocuente, su origen. También las llamaban “cadmeas”, aludiendo al mítico benefactor que las llevó consigo (Ovidio, Metam. III) al establecerse en Grecia. Se trata de Cadmo, el hermano de la joven Europa de cuya belleza se enamoró el mismo Zeus. Producida la seducción y el rapto (Ovidio, Metam. II), tan representado en el arte (Zeus-Toro con Europa a sus lomos, sobre las aguas del Egeo), la fenicia Europa, embarazada del dios, se estableció en Creta y uno de sus hijos, Minos, fundó la civilización minoico-cretense (la más antigua de nuestro continente, de ahí el nombre de Europa). Veamos la historia: Agenor, rey de un país “sin nombre” y padre de Europa, envió, tras el rapto, a sus hijos varones, Cadmo, Fénix, Cilix, Taso y Siro, a la búsqueda de la joven. Cadmo llegó hasta Grecia y, tras consultar al oráculo, fundó Tebas e introdujo el alfabeto. Casó con Harmonía (Ovidio, Metam., IV), hija de Marte y Afrodita, y de esta unión deriva la estirpe de Edipo (saga Tebana) y del mismo Dióniso (héroe-dios del vino, el Baco romano). Fénix (palmera), cansado también de la búsqueda a pesar de que no salió de la región, se estableció en Sidón y fue el primero que, a partir de su nombre, llamó al territorio Fenicia. Siro acabó estableciéndose en el territorio que sería llamado Siria. Cilix, de forma similar, se estableció en el territorio del que deriva el epónimo de Cilicia (en el S.E. de Anatolia, cuya capital hoy es Adana. Una ciudad importante de Cilicia es Tarso, cuna de San Pablo). Finalmente Taso, aburrido también de la búsqueda de su hermana Europa, se asentó en una isla al norte del Egeo a la que llamó Tasos.
Este mito nos evoca poéticamente los movimientos migratorios del pueblo semita por el Mediterráneo Oriental. Muchos mitos contienen una verdad histórica revestida con el ropaje que sólo los poetas saben utilizar para embellecer el relato y a la vez facilitar su comprensión.
En época ya histórica los fenicios, entre los siglos IX y X a.C., fundaron Gades (la actual Cádiz) en el extremo occidental más allá de las columnas de Hércules y la “Ciudad Nueva”, es decir, Carthago, situada en la actual Túnez, desde donde fueron estableciéndose en otros puntos del sur de Italia y Sicilia (Magna Grecia) y en el sur y el levante hispano. Esta expansión de los fenicios - cartagineses hacia occidente trajo consigo ciertos enfrentamientos con los griegos por la hegemonía de Sicilia (cf. batalla de Himera donde el ejército cartaginés fue derrotado por la coalición de los griegos de Siracusa y Agrigento). Este enfrentamiento ocurrido en el año 480 a.C., el mismo de la batalla de Salamina, ha dado pie a la tesis de una coalición perso-cartaginesa contra el helenismo en Grecia y Magna Grecia. A su vez este plan de los cartagineses de dominar Sicilia acabó por provocar el largo y trascendental conflicto de romanos y cartagineses (fenicios o “poeni”): las llamadas Guerras Púnicas (de “poeni”): La primera guerra púnica acabó con la victoria romana y la conversión de Sicilia en la primera provincia romana fuera del territorio itálico (278-276 a.C.). Se trataba de un “tour de force” por el dominio del Mare Internum (Mediterráneo). El enfrentamiento acabó con la victoria de Roma sobre los Cartagineses en Zama, llanura cerca de Dougga, en Túnez): P. Escipión el Africano derrotó al general cartaginés Anibal en el 202 a.C. Pero, en palabras de Catón, “delenda est Carthago”. Tras un pertinaz asedio, Cartago fue finalmente destruida en el año 146 a.C. Curiosamente esta fecha coincide con la conquista romana de Corinto, ciudad griega de gran importancia comercial. En consecuencia es esta una fecha trascendental: la casi plena romanización de toda la cuenca mediterránea (Mare Nostrum). Antes de la definitiva hegemonía de Roma en el Mediterráneo los fenicios-púnicos-cartagineses habían fundado Carthago Nova (Cartagena), Akra Leuké (Alicante), Abdera (Adra), Maineke (Málaga) que fueron también absorbidas por Roma en el contexto de las Guerras Púnicas (s. III a.C.)
En relación con la fundación y los comienzos de Carthago hay una bella y romántica “novela de amor” con la que arranca la Eneida de Virgilio (libros I - IV): DIDO, hija del rey de la ciudad fenicia de Tiro, huye de su codicioso hermano Pigmalión cuando, convertido en rey, mata a su esposo para quedarse con sus tesoros. Dido se hace a la mar y hace escala en Chipre donde recluta más tripulantes y desde donde se dirige al norte de África. Allí son bien acogidos por los indígenas y por el rey del lugar que le permite fundar una ciudad de una superficie no mayor de lo que ocupara una piel de buey. DIDO ideó trocear en finísimas tiras la piel y la fue extendiendo hasta abarcar una gran superficie donde se ubicaría la ciudad de Carthago. Fundada la ciudad, llegó el troyano ENEAS y los suyos, tras haber escapado indemnes del trágico final de Troya: una tempestad los había empujado hasta las costas cartaginesas. DIDO dio hospitalidad a los troyanos y se enamoró locamente de Eneas que a punto estuvo de quedarse en Carthago. Pero su destino estaba por encima de aquel amor y ¿cuál era su destino?: la fundación de una nueva Troya, la ciudad de Roma. Este fue el motivo que hizo que Eneas, con nocturnidad y alevosía, huyera del lado de la reina Dido que, incapaz de soportar el dolor de la traición, acabó poniendo fin a su vida. Eneas, por su parte, se hizo de nuevo a la mar hasta que arribó a las costas del Latium donde fundó Lavinium, el origen de la ciudad de Roma (cf. la ópera Dido y Eneas de F. Purcell). En este mito tan sugerente se encierra no sólo los movimientos migratorios y colonizadores de los semitas de la costa sirio fenicia hacia occidente, sino también el origen de las rivalidades entre “tirios y troyanos”, es decir, entre los cartagineses, púnicos o fenicios, y los romanos cuya realidad histórica son las Guerras Púnicas a las que antes hemos aludido brevemente.
Otros muchos mitos recogen estas relaciones entre la cultura helenístico-romana y las culturas orientales, por ejemplo: el mito de BELO, hermano de Agenor y tío de Europa que se asentó en Egipto, donde se casó con Anquinoé y tuvo varios hijos. Uno de ellos, DÁNAO, padre de las cincuenta DANAIDES, tuvo que huir con ellas por el acoso a que sus primos las estaban sometiendo. Desembarcaron en Grecia y fundaron el reino de Argos, de donde el nombre de “dánaos” o “argivos”·con que Homero nombra a los “aqueos”, los griegos de la Edad de Bronce que hicieron la guerra contra los troyanos. De una danaide desciende DÁNAE, madre de Perseo, uno de los héroes más importantes de la mitología grecolatina.Las Danaides que mataron a sus insolentes primos, hijos de su tío Egipto, sufren eterno castigo en el Hades tratando de llenar inútilmente un tonel sin fondo. Son muchas las alusiones poéticas a este complejo mito que evoca los movimientos de población que se produjeron en la cuenca del Mediterráneo durante el Bronce Tardío.
Consideremos finalmente que estamos en una zona cuyas delimitación actual en modo alguno coincide con el de la antigüedad. La geografía de los mitos nos puede ayudar a comprender esto. Por ejemplo, al norte de Siria está la región turca de Lidia, patria de ARACNE, la extraordinaria tejedora que se atrevió a competir en su arte con Atenea y a ridiculizar a los dioses en su tapiz, siendo por ello castigada: la diosa la metamorfoseó en araña (cf. las Hilanderas de Velázquez). De la cercana Frigia procede el mito de los bondadosos Baucis y Filemón, las únicas personas que se atrevieron a dar hospitalidad a Zeus y Hermes cuando recorrían la región. Sólo ellos se salvaron del diluvio que, como castigo, los dioses enviaron sobre el país. Los dioses accedieron además a sus súplicas: morir juntos y permanecer siempre juntos. Así convirtieron su cabaña en templo y, tras su muerte, Baucis y Filemón se metamorfosearon en los árboles que adornaban la entrada a un lado y a otro (Ovidio, Metam., VIII).
De la vecina Babilonia procede el maravilloso mito de PÍRAMO y TISBE, los dos jóvenes enamorados a cuyo amor se oponen las familias de ambos. Su pasión les empuja a planear una huida que a ambos les costó la vida. De la sangre de los amantes que empapó la tierra, el fruto del moral, antes blanco, se volvió morado, lúgubre recuerdo de aquel trágico amor (Ovidio, Metam., IV). Aquí está el origen de la historia de Romeo y Julieta cuya versión damascena podemos leer en la novela del sirio Rafik Schami, El lado oscuro del amor.
Pero, quizás, el mito más sugerente es el del joven y bellísimo ADONIS. Es una leyenda siria de una gran fuerza poética que ha inspirado a la misma Safo y a muchos poetas posteriores, entre otros, a Ovidio (Metam., X) y Teócrito.
Adonis era hijo de Mirra, la joven siria que por un castigo de Afrodita, consumó un amor incestuoso con su propio padre, el rey sirio Ciniras. El padre, al darse cuenta, cuchillo en mano, la persigue y, en su huida, Mirra pide compasión a los dioses y la convierten en el árbol que para siempre llevará su nombre. Cumplida la gestación, un buen día, la corteza abultada del árbol de levanta y brota de allí un niño hermosísimo que es recogido por Afrodita (Venus). Esta lo entrega a Perséfone (Proserpina) para que en su reino (el Hades o mundo subterráneo) lo críe. Cuando el niño se convierte en muchacho, era tan hermoso que las dos diosas se lo disputan, enamoradas de él perdidamente. Zeus zanja la cuestión: Adonis pasaría un tercio del año con cada una de ellas y el tercero con quien él quisiera. ADONIS eligió pasar ese tercio del año en compañía de Afrodita. Un día de caza este joven muere por el ataque de un jabalí. La escena en la que Afrodita (Venus), enamorada se despide del joven que va al encuentro de su destino está muy representada en el arte (“Venus y Adonis”, Tiziano, Museo del Prado, por ejemplo).
Esta leyenda de origen semítico (el Tammuz babilonio de la fertilidad, al que llamaban “adon” = señor, es un claro correlato del griego Adonis), tuvo una gran difusión por todo el Mediterráneo en época helenística. Los mitógrafos ven en ella la explicación poética del misterio de la vegetación o de la floración (un tercio del año bajo tierra y el resto remonta a la luz para fundirse en la naturaleza con la diosa del amor y la primavera). Además del origen de la mirra, la rosa y la anémona están relacionadas con este mito: la rosa era blanca pero cuando Afrodita fue a socorrer a ADONIS, se clavó una espina en el pie y su sangre cambió el color de la rosa que antes era blanca, y la de Adonis hizo brotar las anémonas. Según otros poetas (Bión), de cada lágrima de Afrodita brotó una rosa y de cada gota de sangre de Adonis una anémona.
En Biblos hay un río Adonis cuyas aguas se teñían de rojo el día en que se conmemoraba la muerte del joven. De otro lado, las mujeres sirias (esta tradición llegó a Grecia) celebraban las “Adonias”, unas fiestas femeninas y fúnebres que rememoraban la muerte de su señor Adonis (Adonis significa señor): plantaban en recipientes (especie de pequeñas jardineras) semillas que regaban con agua caliente para que brotaran rápidamente. Estos llamados “jardines de Adonis”, morían pronto como Adonis. Las mujeres, entonces, lloraban golpeándose el pecho y rasgándose las vestiduras.
TEXTOS
κατθναίσκει͵ Κυθέρη΄͵ ἄβρος Ἄδωνις· τί κε θεῖμεν;
καττύπτεσθε͵ κόραι͵ καὶ κατερείκεσθε κίθωνας.
(Safo, fr. 140 a 1. V.)
“Se muere el tierno Adonis, Citerea1. ¿Qué hacemos?
Golpeaos el pecho, muchachas, rasgaos las vestiduras”.
1. Citerea = Venus
(Trad. de Ana Iriarte)
Ἄχ, πειθαίνει, Κυθέρεια,
ὁ γλυκός μας ὁ Ἄδωνις·
τί θα πρέπει νά κάνουμε;
Να κτυπᾶτε τὰ στήθια σας, κόρες·
κουελιάσατε τα ρούχα σας.
(Traducción al griego moderno de Τασούλα Καραγεόργιου. Σαπφω. Ποιηματα ἐπιλογή, μετάφραση...Αθήνα 2009).
“Ay, se muere, Citerea, nuestro dulce Adonis ¿Qué podemos hacer? Golpead vuetro pecho, muchachas, rasgad vuestras vestiduras” (Traducción de Amalia Rod´riguez)

Palabras de Venus ante el cuerpo de Adonis moribundo (Ovidio, Metam., final del libro X): «Y quejándose a los hados, dijo: “Pero no todo caerá en vuestro poder. Quedará para siempre un testimonio de mi dolor, Adonis, y la escena de tu muerte se repetirá, escenificando cada año una representación de mi sufrimiento y la sangre se transformará en flor”. tras estas palabras esparció néctar perfumado sobre la sangre derramada que, al contacto, empezó a hincharse como cuando surge en el barro, bajo la lluvia, una burbuja transparente...pronto brotó una flor del mismo color que habitualmente tienen las granadas (Punica) que tantos granos esconden bajo su flexible cáscara. Su vida, sin embargo, es breve: en efecto, mal adherida a la tierra y frágil por su excesiva ligereza es arrancada por los mismos vientos que le prestan su nombre» (la anémona, palabra que procede de ἄνεμος = viento)
(Trdaucción de Ely Leonetti)